Escondido tras la puerta metálica de lo que parece una fábrica abandonada, en el barrio Jesús, hay un centro artístico único en Zaragoza. La Fábrica de chocolate Teatrospazio (Calle Lourdes 5-7) es un centro de creación, local de ensayo y espacio para distintas actividades creativas. http://chocolatechocolatschokoladecioccolato.blogspot.com.es/
Dos artistas, Carla Giampaolo y Karlos Herrero, han recuperado parte de la antigua fábrica de Chocolates Zorraquino (aún queda algún cartel de la empresa y máquinas con las que se hacían los chocolates y turrones) y han creado un espacio cultural alternativo. Tras casi un año de obras, el centro acoge (poco a poco, sin mucha publicidad) distintas actividades artísticas.
Hace dos años, Carla (milanesa de 46 años, actriz, pintora, trapecista, coreógrafa, diseñadora, doctora en Ciencias Naturales, entre otras cosas) y Karlos (donostiarra de 48 años, titiritero, director, escenógrafo) buscaban un local en Zaragoza. Tenía que ser alto (para colgar el trapecio de Carla) y suficientemente grande. “A través de unas amigas conocimos esta fábrica abandonada. Llevaba un año cerrada y estaba muy deteriorada, llena de escombros, basuras, con agujeros en el techo y chocolate pegado a las paredes. Me encantó. Siempre había soñado con recuperar una fábrica abandonada y convertirla en un centro artístico”, cuenta ella.
Dos artistas, Carla Giampaolo y Karlos Herrero, han recuperado parte de la antigua fábrica de Chocolates Zorraquino (aún queda algún cartel de la empresa y máquinas con las que se hacían los chocolates y turrones) y han creado un espacio cultural alternativo. Tras casi un año de obras, el centro acoge (poco a poco, sin mucha publicidad) distintas actividades artísticas.
Hace dos años, Carla (milanesa de 46 años, actriz, pintora, trapecista, coreógrafa, diseñadora, doctora en Ciencias Naturales, entre otras cosas) y Karlos (donostiarra de 48 años, titiritero, director, escenógrafo) buscaban un local en Zaragoza. Tenía que ser alto (para colgar el trapecio de Carla) y suficientemente grande. “A través de unas amigas conocimos esta fábrica abandonada. Llevaba un año cerrada y estaba muy deteriorada, llena de escombros, basuras, con agujeros en el techo y chocolate pegado a las paredes. Me encantó. Siempre había soñado con recuperar una fábrica abandonada y convertirla en un centro artístico”, cuenta ella.
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